El Balón de Cádiz se aleja del pozo con una remontada
El C.D. 26 de Febrero sigue teniendo una cuenta pendiente ante el Balón de Cádiz C.F. El conjunto gaditano volvió a ganarle la partida – tres de tres - a un cuadro malagueño que se adelanto en el marcador pero que se vio superado por los gaditanos, que daban la vuelta al marcador a base de personalidad. El que tiene fe en sí mismo, no necesita que los demás crean en él.
El conjunto azulón fue un rival duro. Los amarillos sabían que puntuando daban un pasito más y ganando el sabor es doble. Es difícil remontar un partido y más con un rival y un ambiente como el de hoy.
El Balón encadenó una racha de tres victorias consecutivas al vencer por dos a uno al 26 de Febrero (Pin, pan, pun toma lacasito), partido disputado en tierras malagueñas el sábado 5 de marzo de 2017 a las 16:00 horas, correspondiente a la vigésimo tercera jornada de liga en la División de Honor Andaluza Cadete.
La expedición gaditana visitaba el Campo Municipal La Virreina, quizás uno de los campos más conflictivos de la categoría. Pudiera sé, por su ubicación o por el entusiasmo desmedido de los aficionados, cuerpo técnico y jugadores del club costasoleño.
Tal es la agresividad de los miembros pertenecientes a este grupo, la rabia hacia los contrarios y la violencia que despliegan, que cuesta entender que a día de hoy los señores que deben de impartir justicia equitativamente, dejen actuar a sus anchas a estos personajes sin imponerles ninguna medida disciplinaria.
Pero por desgracia este no es un hecho aislado y sí un patrón común que se ha ido desarrollando en el fútbol con el tiempo. Este tipo de actitud se suele desarrollar desde edades tempranas. Alentadas a veces por los entrenadores, clubes, aficionados y con la pasividad del trencilla de turno. La violencia en el fútbol se origina en la propia sociedad y su comportamiento lo expresan dentro y fuera del terreno de juego con frustración, enfados y agresividad que acumulan en su vida cotidiana y que en ningún otro espacio público se permite.
La práctica del fútbol comienza a edades muy tempranas y es en esos partidos de fútbol de niños no mayores de 5 años donde empieza a surgir el germen de la agresividad, del odio y de la frustración, que no tiene otro fin que defender unos colores, un club o simplemente insultar en el peor de los casos a un jugador o incluso al árbitro. Esa competitividad mal entendida es la que llevada dentro del terreno de juego y mezclada con una actitud de falta de respeto hacia el rival, hacia el árbitro, es fiel reflejo de cómo actúan en su vida cotidiana.
Llegado a este punto, siempre sale a relucir la famosa frase sobre dos de los deportes más físicos que se practican en masa, como son el rugby y el fútbol y que reza “El fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos y el rugby es un juego de villanos jugado por caballeros”. La cultura que rodea en la actualidad la práctica del fútbol es bastante irresponsable. Pero en el rugby, al contrario que en el fútbol, la violencia, la fuerza física y las conductas irresponsables dentro del campo no tienen ninguna trascendencia fuera de los estadios.
El rugby ha sido un ejemplo de juego jugado por caballeros que sirvió de ejemplo para unir a un pueblo tan diezmado por el odio racial como el sudafricano. Sin embargo, por desgracia el fútbol, hoy en día, es un reflejo deleznable del mal comportamiento y la falta de respeto entre algunos de los miembros que lo conforman. Siendo el fútbol un deporte magnífico para todos aquellos que lo disfrutan con pasión y no por ello dejan de ser respetuosos y pacíficos.
Pero desde los estamentos más altos de éste deporte es hora de formar parte de la solución. La RFAF y los propios clubes deberían establecer normas, bases, principios y códigos de conducta. Que se da por entendido que deben de existir en la actualidad. Pero en el día a día, las instituciones hacen la vista gorda y los clubes ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
El gran problema del mundo del fútbol es que la gente inteligente está llena de dudas, mientras que la gente estúpida está llena de certezas.











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